10 chistes de médicos que demuestran por qué la risa es la mejor medicina

¿Quiere reírse a costa del médico? Aquí tienes 10 chistes médicos que te harán reír a carcajadas, sin necesidad de anestesia. Desde pacientes despistados hasta médicos demasiado entusiastas, estos chistes demuestran que, después de todo, la risa puede ser la mejor medicina.

1. Atención urgente
En una consulta médica poco iluminada, la tensión flota en el aire. Un paciente nervioso se sienta frente a un médico de rostro lúgubre, que duda antes de hablar. Las palabras del médico están a punto de convertir esta revisión rutinaria en un momento que cambiará su vida…
Médico: “Tengo malas noticias, y muy malas noticias”.
Paciente: “Bueno, será mejor que me dé primero las malas noticias”.
Médico: “Han llamado del laboratorio con los resultados de tus análisis. Dicen que te quedan 24 horas de vida”.
Paciente: “¡24 HORAS! ¡Eso es terrible! ¿QUÉ PUEDE SER PEOR? ¿Cuál es la muy mala noticia?”
Médico: “Llevo intentando localizarte desde ayer”.

2. La cuenta atrás final
En una austera consulta médica, una paciente preocupada espera noticias que le cambiarán la vida. El aire está cargado de expectación cuando el médico regresa con un expediente en la mano. Poco sabe la ansiosa mujer que su percepción del tiempo está a punto de verse drásticamente alterada…
Una mujer acude a su médico para un chequeo completo. No se encuentra bien y quiere saber si está enferma. Tras el chequeo, el médico sale con los resultados del examen.
“Me temo que tengo malas noticias. Te estás muriendo y no te queda mucho tiempo”, dice el médico.
“Oh, no, eso es terrible. ¿Cuánto tiempo me queda?”, pregunta la mujer.
“10…”, dice el médico.
“10? ¿10 qué? ¿Meses? ¿Semanas? ¿Qué?”, pregunta desesperada.
“10…9…8…7…”

3. La llamada recurrente
Suena el teléfono de una madre y su corazón da un vuelco al ver el nombre de su hijo en el identificador de llamadas. Respira hondo, preparándose para lo que se ha convertido en una frase inicial demasiado familiar. Pero no sabe que su reacción está a punto de dar un giro inesperado…
“¿Mamá? No te asustes, pero estoy en el hospital…”.
“Jeremy, eres médico desde hace más de 8 años, por favor, deja de empezar cada conversación telefónica que tenemos con eso”.

4. El juego de los nombres
En un frío quirófano, un paciente nervioso yace en la camilla, intentando calmar su acelerado corazón. El cirujano se acerca, intentando tranquilizarlo. Pero, a veces, los modales de un médico pueden dar lugar a más preguntas que respuestas…
Justo antes de la operación, el cirujano le dice: “Relájate, Jim. Solo es una pequeña incisión de bisturí. No hay por qué asustarse”.
El paciente responde: “Pero, doctor, no me llamo Jim”.
El cirujano responde: “Lo sé. Yo soy Jim”.

5. El visitante inesperado
En una tranquila sala de reconocimiento, un hombre está sentado, nervioso, tras someterse a una intervención rutinaria pero incómoda. Mientras se ajusta la ropa, entra una enfermera con una expresión que le revuelve el estómago. Su pregunta está a punto de convertir una situación incómoda en algo mucho más inquietante…
“Después de examinarme la próstata, el médico se fue. La enfermera entró más tarde, con cara de preocupación, y dijo las tres palabras que yo temía oír. Dijo: “¿Quién era ese?”.

6. La receta inesperada
Una mujer frenética llama a los servicios de emergencia, con la voz temblorosa por la preocupación. El percance con la medicación de su marido la ha llevado a pedir consejo médico urgente. Pero a veces, incluso en situaciones graves, la respuesta de un médico puede tomar un giro inesperadamente humorístico…
Mujer al teléfono: “Mi marido se ha tragado accidentalmente una aspirina, ¿qué hago ahora?”.
“¡Que le duela la cabeza!”, dice el médico.

7. El resquicio de esperanza
En una clínica bulliciosa, un paciente espera ansioso los resultados de sus análisis. El médico entra, portapapeles en mano, dispuesto a emitir un doble diagnóstico. Pero a veces, incluso ante noticias preocupantes, la respuesta de un paciente puede ser sorprendentemente… olvidadiza.
Médico: “Tienes la tensión alta y amnesia”.
Paciente: “¡Bueno, al menos no tengo la tensión alta!”.

8. El vecino curioso
En un hospital ajetreado, la información es moneda de cambio. Una paciente, harta de que no le informen sobre su estado, decide tomar cartas en el asunto. Su ingenioso plan para recabar información está a punto de revelarse, demostrando que, a veces, la mejor fuente de información eres… tú mismo.
Una mujer que llama al Hospital General de Massachusetts dice: “Hola, quiero saber si hay alguna señal de que un paciente esté mejorando”.
La recepcionista pregunta: “¿Cuál es el nombre y el número de habitación del paciente?”.
“Por supuesto”, responde la mujer, “Sarah Finkel, habitación 304”.
La recepcionista responde diciendo: “Ah, sí, la señora Finkel está muy bien. De hecho, si su tensión sigue mejorando como hasta ahora, ¡el Dr. Cohen piensa enviarla a casa el martes!”.
“Eso es fantástico”, respondió la mujer, “¡oh, estoy encantada!”.
“Por tu entusiasmo, me imagino que debes de ser un familiar cercano”.
La mujer respondió: “¡Soy Sarah Finkel, del 302! El Dr. Cohen no me dice ni pío”.

9. El padrino inesperado
En una habitación de hospital, una mujer despierta de un largo coma. Al recobrar el conocimiento, sus primeros pensamientos son sobre su hijo nonato. Lo que no sabe es que su hermano, bienintencionado, pero no tan listo, ha estado ocupado en su ausencia…
Una mujer estaba embarazada de tres meses cuando cayó en coma profundo y despertó al cabo de unos 10 meses. La mujer preguntó al médico por su bebé.
El médico: “Has tenido gemelos, un niño y una niña. Los dos están bien. Y tu hermano les puso los nombres”.
Mujer: “¡No, no, no! Mi hermano no. ¡Es un idiota! ¿Cómo llamó a la niña?”
Doctor: “Denise”.
Mujer: “En realidad es un nombre bonito. ¿Y el niño?”
El médico suspira profundamente y dice: “Sobrino”.

10. El Médico Decidido
En la clínica de una pequeña ciudad, un paciente persistente lucha contra un resfriado pertinaz. Múltiples tratamientos fracasan, dejando frustrados tanto al médico como al paciente. A medida que la situación se vuelve cada vez más desesperada, el médico se prepara para sugerir un enfoque poco convencional que podría levantar algunas cejas…
El hombre entró a trompicones en la consulta de su médico, Este le recetó unas pastillas, pero no le ayudaron. Cuando el hombre volvió por segunda vez, el médico le puso una inyección, pero tampoco le ayudó.
Cuando el hombre volvió, el médico le dijo: “Vete a casa. Date un baño caliente, y cuando salgas, abre todas las ventanas y ponte al fresco”.
“Pero si hago eso, me arriesgaré a coger una pulmonía, doctor”, replicó el hombre.
“Lo sé”, dijo el médico, “¡pero yo sé como curar una pulmonía!”.
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